Si has jugado alguna vez a un clásico de la vieja escuela, ya sabes por dónde van los tiros. La premisa es puro Bomberman clásico, sin inventos raros. Nos movemos en escenarios basados en cuadrÃculas y el objetivo es simple: llegar a las escaleras de salida. El problema es que el camino está plagado de obstáculos. Además de los enemigos que patrullan (con movimiento fijo), te vas a encontrar rocas, bidones que amplÃan el ratio de explosión y otro tipo de parafernalia bloqueando el paso. La mecánica es sota, caballo y rey: pones la bomba, corres para que no te explote en la cara (porque sÃ, el fuego amigo aquà es "fuego propio") y abres camino.
El juego cuenta con 50 niveles, y aunque al principio parece un paseo, la verdad es que la sensación general se mantiene asà casi todo el juego. La dificultad brilla por su ausencia; la mayorÃa de las fases se superan con la gorra, y solo en momentos muy puntuales te toparás con algo más laberÃntico que te obligue a patearte el mapa de un lado a otro para encontrar la ruta correcta. Es un juego tremendamente lineal: una vez te pasas los niveles, se acabó lo que se daba; la rejugabilidad es nula.
Visualmente, NipoBox ha tirado por lo seguro: pixel art funcional. Es un estilo muy básico, casi de juego flash de principios de los 2000, pero cumple su función. El uso de la paleta de colores es lo suficiente para que no te deprimas en estas mazmorras, y destaca el contraste del negro de nuestro protagonista con los marrones y grises del entorno, lo que ayuda a leer bien la acción en pantalla. Cumple con ese estándar de "juego de 8-bits vitaminado" que tanto se estila ahora en el mercado indie de bajo coste.
Bomb Kitten es exactamente lo que promete: un puzle de acción modesto, barato y sin pretensiones. Si buscas algo complejo, con mecánicas innovadoras, huye. Pero si tienes unas monedas sueltas en la cartera digital y buscas un juego para echar una tarde muerta, desconectar el cerebro y reventar unos cuantos muros con un gato adorablemente peligroso, puede valer para el rato. Es una experiencia de "usar y tirar" en el buen sentido, perfecta para cuando no quieres complicaciones. Ideal para limpiar el paladar entre dos juegos inmensos y sumar unos cuantos puntos a tu perfil sin sudar la gota gorda.