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 Aunque en un principio tengamos a nuestra disposición tan 
sólo estos tres tipos de unidades, en algunos escenarios podremos 
convocar unidades “especiales” como los diferentes tipos de monjes, 
capaces de curar  el espadazo más profundo, churruscar a nuestros 
enemigos bajo una intensa bola de fuego, o lanzarlos fuera del escenario
 con la fuerza de los vientos. 
    
  Cada vez que derrotemos a un 
enemigo, su cráneo quedará a nuestra total disposición. Comiendo los 
cráneos, la unidad que lo haga recibirá un extra en forma de aumento de 
su salud máxima y una pequeña curación. Si una misma unidad llega a 
comerse tres cráneos distintos, se convertirá en un temible demonio, 
capaz de sembrar el pánico entre las filas enemigas... y lo más 
importante, usar dos acciones al precio de una.
  Al ser un 
juego de estrategia por turnos, y con un número limitado de acciones 
realizables por cada uno de éstos, tendremos que prestar suma atención a
 los posibles movimientos futuros del enemigo.
  A más espadas, más muerte
  Para los que se le haga corta el modo campaña, Skulls of the Shogun 
contará con un divertido multijugador. Los clásicos 1vs1, los 
apasionantes 2vs2 o los alocados todos contra todos cobrarán de nuevo 
vida, para alargar la vida del juego.
  El punto más destacable
 del multijugador del juego, es el crossover entre las distintas 
plataformas para las que está disponible el juego. Aunque estas, debido a
 la asincronía suelen ser más lentas, pero igual de divertidas, eso sí. 
  La belleza de un Samurái está en sus movimientos
  El aspecto gráfico del juego, desde la primera partida, entra por los 
ojos. Bajo una realización basada en la conocida técnica cel shading, el
 diseño de los personajes que aparecen en pantalla es sublime. Están 
llenos de detalles y perfectamente reconocibles unas unidades de otras. 
Éstos mismos no son en 3D, si no en unas graciosas y exquisitas 2D que 
se mueven por los escenarios bajo una vista cenital/isométrica. 
    
  La música apenas goza de protagonismo, salvo en ciertos puntos, pero 
esta es de gran calidad, mezclando música propio de la época, con 
algunas melodías que recuerdan a la época de las máquinas de 16 bits. 
Las voces están en perfecto japonés y nos ayudan a meternos más en el 
fragor de la batalla, pero tranquilos, están traducidas a un castellano 
que todos entenderemos. 
 
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