Dungeon Siege Throne of Agony

El primer paso obligado que hay que dar en la primera partida a Dungeon Siege es el proceso de creación del personaje principal. En otros juegos de rol e incluso en títulos de la misma saga, encontramos editores bastante completos que permiten gestionar los atributos y las características físicas del personaje. Sin embargo en Throne of Agony los desarrolladores se han valido de una especie de utopía y a pesar de que los textos nos hablan de "creación de personaje", lo cierto es que en realidad hay tres héroes pregenerados que no se pueden modificar. Se trata de Mogrin "El Caudillo", un enorme forzudo con poderes rúnicos heredados de sus ancestros, el mago de batalla Alister, y la ciega y mortífera Serin conocida como la "Acechadora Sombría". Cada uno de los luchadores puede elegir a un compañero de batalla, una "mascota" que ayudará batallando durante la aventura.

En cuanto al esqueleto jugable se hace necesario comentar su escasa complejidad. Como en muchos juegos con características similares los desarrolladores han incluido el tradicional diario de misiones. A priori este hecho puede hacer creer que las tareas encomendadas van a ser variadas, pero en la práctica todas y cada una de las misiones se reducen a lo mismo; ir a una zona determinada, matar a todos los enemigos y volver al lugar de destino para ganar la recompensa. Este esquema enseguida se hace repetitivo y lo que podía haber sido un buen juego "Action RPG" se queda en un beat´em up con ligeros toques roleros, un mero "mata-mata" que no tarda en aburrir. No hubiera estado de más que los desarroladores hubieran creado historias alternativas apoyadas por misiones de otra índole, ahí queda la recomendación para una futura versión.

El control del personaje por el escenario no tiene tampoco gran misterio. El stick analógico sirve para los desplazamientos (algo torpes por culpa de la cámara, que no siempre está donde tiene que estar), los botones equis y redondo quedan reservados para los ataques y los machacaremos a menudo (de hecho casi todo el juego se reduce a apretar botones a diestro y siniestro). La cruceta gestiona los objetos durante la batalle y los laterales se emplean para las pociones (las rojas rellenan vida, las azules maná). El héroe no puede formar ningún equipo, salvo con su "mascota" o con otros personajes que se nos unan, pero solo podremos tener a un compañero en batalla, nada de grupos. Por supuesto existen conversaciones y tendremos que valernos de ellas para ir eligiendo y desbloqueando las misiones. También hay mercaderes que nos venderán equipamiento y otros objetos necesarios para la batalla.

Los escenarios son poco interactivos y tan solo podemos abrir cofres y recoger objetos del suelo. Por otra parte los elementos roleros se reducen a la adquisición de experiencia, mejora de habilidades y aumento de los atributos al subir de nivel (ganas puntos para repartir). Los personajes son bastante configurables gracias a la posibilidad de equipar el inventario, pero el sistema queda empañado por su poco espacio. En muchas ocasiones tendremos que aguantar el mensaje de "inventario lleno, no puedes llevar más", algo engorroso ya que te obliga a deshacerte de posesiones para adquirir nuevos objetos.

El juego dispone de juego multijugador cooperativo o lo que es lo mismo, nos da la posibilidad de jugar la aventura junto a un amigo. Sin embargo y por desgracia sólo funciona en red local, luego no hay modo online.