Ya ha pisado las calles japonesas, pero a los europeos aún nos queda una semana para poder disfrutar de la primera entrega para portátil de la seria creada por Sakurai. Y Super Smash Bros 3DS no será lo mismo de siempre, como no lo ha sido nunca. La marca de la casa impone que hay que quitar un poco de aquí, sumar esto otro allá, recortar lo que sobra, introducir un poco de fan service y apoyarlo todo en una cantidad colosal de contenido. Es así como el Smash se regenera de nuevo para dar paso a la utopía de conseguir un juego con el equilibrio perfecto que satisfaga a los que sólo busquen divertirse, esa panda de violadores del juego, y a los que quieren formar parte de la élite, los del rancio abolengo.
Dejando a un lado todo eso, las cosas parecen equilibrase. Jugadores excesivamente potentes que podían caer en malas manos han visto mermadas sus cualidades y otros más flojos las han visto potenciadas. También se han eliminado las dualidades, ya no habrá transformaciones y cada cual deberá manejarse con el personaje que haya elegido en un principio.
En lo gráfico, el juego sorprende cosa mala. Las maltrechas capturas de Miiverse con las que Sakurai nos deleita cada día no le hacen ninguna justicia a lo que podemos ver en acción en cuanto nos metemos en harina. Modelados bien definidos, texturas de calidad y una suavidad en el movimiento que nos hacen olvidar que nos encontramos jugando en la pequeña de Nintendo. La música no se queda atrás. Ya en Brawl nos obsequiaron con una de las bandas sonoras recopilatorias más completas que hayamos visto nunca, una auténtica audioteca donde los temas más clásicos de la compañía convivían y presumían de unos Medley envidiables.
En lo tocante al estilo Sakurai, queda inmediatamente reflejado en la cantidad de contenido. La cantidad de opciones disponibles, la configuración, opciones de juego y cientos de coleccionables y desafíos, asegurarán cientos y cientos de horas. Parece, incluso, imposible de completar. En lo que a luchas se refiere, el control reducido de la portátil se adapta bastante bien. Es cuestión de acostumbrarse, pero no se echan en falta ninguna de las cualidades de otros mandos, a pesar de que Sakurai parezca incapacitado para deshacerse del control de GameCube en las versiones de sobremesa. No creemos que esta vez vaya a ser tema de controversia como lo fue el acertado, pero controvertido control de Kid Icarus Uprising.
Será imposible que esta entrega y la que está por venir para Wii U contenten a todos, como pasa cada vez que el equipo decide modificar algunas de las reglas jugables de la gran vaca sagrada. Aun así estamos ante un juego excelente que hará que nuestras portátiles se rompan en mil pedazos. Literalmente.
